Hernando de Soto. |
Se sabe, por tradición, que los capitanes Hernando de Soto, Juan de Rada, Francisco de Chaves, Blas de Atienza y el tesorero Riquelme se congregaban todas las tardes en Cajamarca, en el departamento que sirvió de prisión al inca Atahualpa. Allí, para los cinco nombrados y tres ó cuatro más, funcionaban dos tableros, toscamente pintados, sobre la respectiva mesa de madera.Las piezas eran hechas del mismo barro que empleaban los indígenas para la fabricación de idolillos y demás objetos de alfarería aborigen.
Honda preocupación abrumaría el espiritu del inca en los dos o tres primeros meses de su cautiverio, pues aunque todas las tardes tomaba asiento junto a Hernando de Soto, su amigo y amparador, no daba señales de haberse dado cuenta de la manera como actuaban las piezas ni de los lances y accidentes que se sucedían en el juego. Pero una tarde, en las jugadas finales de una partida empeñada entre Soto y Riquelme, hizo ademán Hernando de Soto de movilizar un caballo y el inca, tocándole ligeramente en el brazo le dijo en voz baja:
- No capitán, no....mejor mueva la torre..!
La sorpresa fue general, Hernando, después de breves segundos de meditación, puso en juego la torre, como le había aconsejado Atahualpa, y en pocas jugadas después sufriría Riquelme un inevitable mate.
Después de aquella tarde, y cediéndole siempre las piezas blancas en muestra de cortesía, el capitán Don Hernando de Soto invitaba al inca a jugar una sola partida, y al cabo de un par de meses el dicípulo ya era digno del maestro, jugaban de igual a igual.
Se comentaba que los otros ajedrecistas españoles, con excepción de Riquelme, invitaron también al inca varias veces pero éste se excusaba siempre por medio del intérprete Felipe:
- Yo juego muy poquito y vuestra merced juega mucho...
La tradición popular asegura que el inca no habría sido condendo a muerte si hubiera permanecido ignorante en el Ajedrez.
Dice el pueblo que Atahualpa pagó con la vida el mate que por su consejo sufriera Riquelme en memorable tarde. En el famoso consejo de veinticuatro jueces, consejo militar convocado por el Gobernador Pizarro, se impuso a Atahualpa la pena de muerte por trece votos a once.
Riquelme fué uno de los trece que votó a favor de la sentencia.
Tradición popular peruana.
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